jueves, 18 de febrero de 2010

Aquellos crêpes en Biscarrosse

El primer fin de semana que pasé en Francia me acogió en su casa una chica que yo ni siquiera conocía. Emeline. Y ella era de Biscarrosse. Nunca olvidaré lo bien que me trató su familia, ni lo buenos que estaban aquellos crêpes. Yo había hecho crêpes muchas veces pero nunca como aquella vez. Allí vi nevar por primera vez y allí aprendí que no es necesario hablar el mismo idioma para que dos personas se entiendan o para que alguien ocupe un rincón de tu corazón para siempre.
Los crêpes satisfacen a todo el mundo: fríos, calientes, dulces o salados, con un sabor tan suave que nadie puede decir que no le gusten.

Biscarrosse-Crepes

Crêpes

2 huevos
2 vasos y medio de leche
2 cucharadas de mantequilla derretida
Una pizca de sal
1 cucharada de azúcar
3 cucharadas de harina

Primero hay que mezclar los huevos con el azúcar, la sal y la harina. Hacer esto por separado es importante porque así no quedarán grumos. Después añadir la mantequilla y la leche y batir bien.
Los crêpes no son difíciles de hacer, sólo es necesario un poco de práctica y encontrar a alguien que te explique bien cómo hacerlo. Lo mejor para hacer crêpes es una cocina de gas; mi experiencia me dice que es imposible hacer un crêpe en vitrocerámica sin desear destrozar la misma.
Lo primero que deberemos hacer es colocar una sartén no demasiado alta en un fuego medio y con una servilleta mojada en mantequilla frotaremos el fondo de la sartén, de modo que impregnemos la sartén sólo lo necesario. Cuando la sartén haya cogido temperatura será el momento de echar la mezcla. La cantidad debe ser la justa para bañar la superficie de la sartén y no más, porque si no, el crêpe será demasiado grueso, y un crêpe así nos arruina la digestión.
Cuando esté hecho por un lado (un par de minutos) deberemos darle la vuelta ayudándonos de una espátula o de nuestros propios dedos y esperar unos minutos más. Después los acompañaremos de chocolate, azúcar, mermelada... si queremos hacerlos salados sólo deberemos quitar el azúcar de la masa y añadir más sal y, quizás, un poco de pimienta. Cuando es salado lo mejor es echarle los ingredientes (por ejemplo jamón y queso) en la sartén para que cojan temperatura. Y como diría Julia Child: Bon appétit!


2 comentarios:

  1. Pues, sinceramente, los crepes salados no me atraen mucho, pero el crepe rellenos con chocolate y helado, es un...bueno, que está buenisimo...lo malo es eso de la vitrocerámica. De todas las maneras, yo los crepes me los tomo en la calle.
    Había una creperia en la calle Betis, Cibeles se llamaba, que se inaguró un verano, probablemente el anterior a tu nacimiento, que tuvo una inaguración sonada, a mí me invitaron y no caté ningún crepe (nadie los probó ni los olió).
    El crepe que sale en la fografía de arriba, el que está entrando en la boca del comensal, tiene un grave defecto, a mí entender de modesto gourmet,tiene que chorrear por las manos del comensal. En el caso de que el relleno no lo permuta, como se vé que es el caso, hay que utilizar el cuchillo y el tenedor. Si no, no puede uno chuparse los dátiles.

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  2. El crêpe de la foto no mancha los dedos porque sólo lleva azúcar en su interior. Es uno de mis favoritos! Y me ha encantado tu historia de la crepería. Como siempre, gracias Blueberry.

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